Soy Garibaldi, y han pasado dos años desde mi última dosis. Dos años de claridad, fuerza y reconstrucción de lo que las drogas habían destrozado.
Nací y crecí en Reikiavik, Islandia. Mi infancia parecía un verano interminable: tranquila, llena de risas y anclada en recuerdos como pescar mi primer salmón con mi padre. Por aquel entonces, la vida tenía ritmo y sentido.
Pero a los 17 años me desvié del camino. Empecé de forma casual, con la hierba, y luego pasé a la cocaína y los opiáceos. Intentaba impresionar, sentir algo, persiguiendo ilusiones pintadas por los vídeos musicales y la vida nocturna. Pero la fiesta no duró. Pronto entré en una espiral en la que me perdí a mí mismo, a mi familia y todo lo que me importaba.
Las drogas no sólo me robaron la salud, sino también la identidad. Me convertí en un extraño para mí mismo. Cuanto más me adentraba, menos reconocía al hombre del espejo.
Mi punto de inflexión llegó cuando mi padre me llevó a Narconon. Llegué colocado, desorientado y emocionalmente entumecido. Pero me desperté tres días después con gente que vio algo en mí que había olvidado: potencial. Ese momento desencadenó el comienzo de mi regreso.
El programa Narconon no fue fácil, pero fue real. Pasé por el síndrome de abstinencia sin drogas, que limpió mi cuerpo. Después, la Desintoxicación de la Nueva Vida eliminó las toxinas que aún nublaban mi mente. Pero fue el entrenamiento en habilidades para la vida lo que me reconstruyó. Aprendí a asumir responsabilidades. Me enfrenté a mi pasado. Redescubrí quién era: no un adicto, sino un hombre con un propósito.
Hoy, dos años después, mi vida ha cambiado por completo. Me despierto con energía, no con antojos. Reconstruyo el vínculo con mi familia cada día. Trabajo, contribuyo, tengo objetivos, y los cumplo sobrio. Incluso he empezado a ayudar a otras personas que siguen atascadas donde yo estaba. Esa es la mayor victoria de todas.
¿Qué se siente después de dos años de sobriedad? Es como respirar hondo después de ahogarse. Es como estar realmente vivo.
Si estás leyendo esto y estás luchando, déjame decirte: Narconon no sólo me desintoxicó. Me ayudó a reconstruirme de adentro hacia afuera. No tienes que quedarte en la oscuridad. Pedir ayuda no es debilidad, es el primer acto de verdadera fortaleza.
Hace dos años, estaba rota. Hoy, soy libre.
Garibaldi, graduado de Narconon - Dos años sobrio